

La ciudad medieval de Japón Kyoto
La antigua ciudad imperial de Japón se muestra como la valedora de los más profundos sentimientos de la cultura nipona. Si bien la ciudad sorprende por su barrios centenarios, su enorme cantidad de templos, castillos y edificios históricos, es su población, amante de las tradiciones, lo que más llega a sorprender al visitante.
Si en Tokio pueden verse tan sólo a unas pocas mujeres vestidas de forma tradicional entre la mayoría de chicas con atuendo tipo manga o lolita, en Kyoto el Yukata y el Kimono son habituales. E incluso al atardecer es posible encontrarse con Geishas o Maikos (sus aprendizas), que a primera hora de la tarde se dirigen a sus puntos de trabajo.
Dos días en Kyoto:
Llegamos a esta ciudad desde la capital montados en nuestro primer Shinkansen, lo que hizo muy corto el trayecto.
Una vez en la estación pedimos consejo en la oficina de información turística, donde nos tramitan una reserva que no superó los 8000 yenes.
Kyoto es la típica ciudad en la que puedes pasar años y no terminar de descubrir rincones, no en vano es la ciudad japonesa con mayor patrimonio cultural y de la humanidad.

Castillo de Nijo
Acostumbrados a las grandes murallas este castillo parece más una casa palaciega. Las sorpresas están dentro de los edificios.
El pasillo interior que circunda las habitaciones sorprende por su sonido al caminar. La tarima de grandes tablones no chirria, ya que esto sería molesto para los habitantes, pero para evitar que los intrusos pudieran caminar impunes por él, se decidió que el suelo generase el sonido de un Ruiseñor al cantar. Increíble pero cierto, los “Suelos de Ruiseñor” de este castillo acompañan melodiosamente con su piar al visitante, que atento escucha el sonido de sus pasos sobre la tarima.
Este castillo fue ideado por Ieyasu Tokugawa (1543-1616), el cual instauró el nuevo gobierno en el que él era el Shogun de Japón.
En el castillo quería representar el poder del nuevo gobierno, y así el y sus sucesores fueron contribuyendo a su engrandecimiento. Un castillo que destaca por su profusa decoración interior poco habitual en este tipo de edificios en Japón.

El Pabellón Dorado. Kinkaku-ji
Este edifcio medieval nos recibe tras atravesar un pasillo arbolado, el cual nos lleva a un jardín que con un lago frente a nosotros realza la belleza del pabellón.
Este edificio edificado por uno de los Sogún de Japón se convirtió en templo zen a la muerte de éste, y sin duda es uno de los lugares de mayor belleza de todo el país.

Templo Daitoku-ji y su Jardín Zen
Este templo Zen está fuertemente vinculado a la ceremonia del Té, lo que le da una sobriedad característica de esta ceremonia.
Pero lo más famoso y resaltable de este templo es su sobrecogedor Jardín Zen, llamado Daisen-in.
Este jardín se distribuye en cuatro estancias alrededor de una dependencia cubierta llamada Hojo; la primera estancia representa el río de la vida. La segunda estancia está separada de la primera por un muro que simboliza el momento vital en que nos llegan las dudas existenciales. Esta segunda estancia parece representar el lugar de la Tierra y el Cielo en nuestro devenir. La tercera estancia nos da una visión mística del mar interior de Japón. La cuarta y última estancia es una extensión de grava rastrillada, y al fondo a la derecha un solitario árbol que parece ser descendiente del árbol donde Buda alcanzó la iluminación. Es esta última estancia el lugar que más invita a la meditación.
Llegar temprano a este jardín es vital para poder disfrutar de su quietud misticismo, personalmente el haber dedicado unos minutos a estar frente a este jardín en quietud y tranquilidad se convirtió en uno de los mejores momentos de todo el viaje a Japón.

Palacio Imperial
Es este el lugar donde los emperadores del Japón pasaron el mayor tiempo durante el Sogunato. Con su sobriedad y sus jardines expresa dónde residía el verdadero poder de la clase política, a pesar de la dictadura del Sogún de turno. Se trata de un conjunto palaciego que sorprende por sus lagos y jardines frente a los grandes edificios que albergaban a la familia real. El color anaranjado de muchos de estos edificios simboliza el poder del emperador y nos sorprende estando tan acostumbrados al clásico color rojo chino, el cual aquí significa fuego, por lo que no se usa en los edificios.
Roan-ji, el jardín de rocas
Este templo es famoso por su jardín zen de rocas, toda una experiencia que hay que vivir, si el número de visitantes nos lo permite. Es una pena que nosotros llegásemos a la hora en que más habladores había, lo cual restó magia a esta visita. Te recomiendo que llegues a primerísima hora para poder disfrutar de su quietud.
Templo de Ninna-ji
Este templo destaca por su enorme pagoda y por un recinto palaciego y jardín interior, siendo otra visita genial de la ciudad. Pasear por el entorno del templo y sus edificios medievales para terminar visitando los jardines, hizo de esta visita una de las más agradables de las que hicimos ese día.

Paseos y Barrios
Kyoto entero es una auténtica joya, pero no puedes irte sin visitar el barrio de Gion con sus casas bajas tradicionales, donde a primera hora de la tarde aún es posible cruzarse con alguna Geisha.
Otro paseo interesante es el conocido como “Paseo del Filósofo”, el cual discurre junto a un canal. Junto a este canal crecen cerezos y muchas flores distintas, en especial hortensias de muchos colores.