El clásico de los grandes recorridos, a todos los que nos gusta realizar grandes distancias caminando, no nos pueden faltar una o varias experiencias con esta mítica ruta.
En un principio el Camino de Santiago nació como una peregrinación a tierra santa, uno viajaba de la forma que mejor pudiese desde su domicilio hasta Santiago de Compostela. Hoy en día ya tenemos caminos marcados gracias a la tradición de todos estos siglos, el más habitual y conocido es el camino francés, aunque existen otros como el del norte, el portugués, el inglés o la vía de la plata. Mi experiencia se limita a parte del francés, pero no descarto ampliar ésta en cuanto se me dé una oportunidad. Tan sólo espero que esta experiencia te sirva de alguna ayuda, si has decidido recorrer este fascinante camino.
Las excusas para comenzar esta peregrinación son variadas, desde el fervor religioso hasta el espíritu competitivo, todo es posible. Pero en mi caso concreto tan sólo los valores culturales y las ganas de realizar un G. R. de calidad fueron las mejores excusas. Creo conveniente remarcar que todo es respetable, ahora bien no entiendo como gran número de gente realiza este camino con la intención de llegar en tiempo record a la capital gallega. Lo mejor de realizar esta actividad es conocer cada rincón y entretenerse en conversar con los compañeros que te tocan en el viaje, ya que es posible terminar hablando con un estadounidense en espanglish, contestando él en francés con acento de Oregón, mientras te ayuda en la traducción un brasileño.
Mi primer contacto con el camino lo tuve el año Santo de 1999, en el que realicé la distancia que separa León de Santiago (350 Km. más o menos), en unos doce días. Salimos con quince para estar sobrados en caso de necesidad y así al terminar tuvimos tiempo de recorrer las Rías Bajas con la mochila y en transporte público.
Al año siguiente, animados por la grata experiencia, decidimos durante un puente de cinco días, recorrer tres etapas de Saint-Jean-Pied de- Port (Francia), a Pamplona.
Recomendaciones:
1º No tengas prisa, no tienes que correr, sólo hay que disfrutar; si no terminas el camino esta vez, tendrás que regresar y eso es muy bueno.
2º Yo optaría por una fecha de poca masificación vacacional entre el 1 de Junio al 15 de Julio, o ya Septiembre.
3º Ve entrenado, no basta con decir que uno anda mucho al día, al menos habrás de caminar 6 horas al día y con mochila.
4ª No lleves casi nada, todo pesa y el camino esta demasiado bien preparado, ya se vende de todo y prácticamente todos los días atraviesas varios pueblos que saben como explotar este turismo. Con un botiquín, agua y comida para un día y medio, junto con ropa de repuesto será suficiente.
5º Nunca está de más una buena guía, yo la mejor que encontré fue la de «El País Aguilar», y te aseguro que soy muy exigente, dudo que la hayan superado, en calidad y sencillez.
Lo mejor:
1º El intercambio cultural con otros peregrinos.
2º Trato de las personas que viven en los lugares por los que pasas.
3º Repaso de la cultura viva del Patrimonio Nacional.
Lo peor:
1º La competitividad de algún peregrino.
2º Masificación en fechas vacacionales.
Recuerdos a:
1º Al Señor Amaro que, nada más comenzar, en Trobajo del Camino, nos atendió e invitó a pasar a su casa para compartir la cena.
2º A la maravillosa pareja que en el Bierzo se paró a nuestro lado, bajando del coche para darnos fruta recién cogida de sus árboles, con la única intención de que les recordásemos al abrazar al Santo.