Primera vez en Marruecos, y en furgoneta
El principal objetivo de este viaje era hacer cumbre en el Toubkal, cima de Marruecos con sus 4134 metros de altura. Objetivo que, por otra parte, nos permitía una gran excusa para en mi caso conocer por primera vez este país y para recorrerlo de nuevo junto a los otros integrantes del grupo.
1º ETAPA
Desde Madrid bajamos en la furgo de Fernando, una Renault Traffic, hasta Algeciras para cruzar a Ceuta montados en el ferri y comenzar así esta aventura.
Una vez en Ceuta repostamos gasolina, ya que esta ciudad es puerto franco y está mucho más barata, lo cual es interesante para acometer un viaje de tantos kilómetros. Nada nos separa ya de la frontera marroquí, tan sólo un par de kilómetros, y es en ésta donde comienza la aventura: al pasar la frontera española guardada por la Guardia Civil con unas instalaciones modernas, limpias y ordenadas, te encuentras en una zona de nadie, anterior al paso de la frontera marroquí.
Es en esta frontera donde todo comienza a sorprender al novato en este viaje. Las instalaciones, el ir y venir de los marroquíes y… «la organización». Para obtener el visado del pasaporte, el viajero habrá de agolparse frente a una ventanilla medio rota, entregar el documento a un sujeto que desaparecerá con tantos pasaportes como pueda recoger, y para recuperarlo tendrá que esperar más de 30 minutos como poco, para de nuevo, agolpado y por la misma ventanilla atestada de gente nerviosa, para localizar su pasaporte cuando logra ver su foto a través del cristal y grita ¡MÍO, ESE ES EL MÍO!, lo que es suficiente para recoger el pasaporte ya en regla, así como el de sus compañeros pues no es necesario, ser uno mismo el que lo recoja.
2º ETAPA:
Ya en Marruecos, salimos en dirección a Chauen, una pequeña ciudad santa del norte marroquí, antigua capital del RIF que, con gran número de restaurantes y «hoteles», formaba una buena escala en el viaje y un descanso tras los primeros kilómetros recorridos. Si bien la ciudad no tiene grandes atractivos museísticos, sí los tiene por su enclave entre montañas y su arquitectura de paredes blancas y puertas azules. Aquí todos hablan español mejor o peor, e incluso te sorprenden con chascarrillos para hacerte comprar cualquier cosa. A estas alturas del viaje, y negociando algún sitio donde dormir, ya te das cuenta de que en este viaje el regateo será constante e incluso llegará a cansarte, te recomiendo que si algo no te interesa de veras no muestres la menor atención por ello, si no, estarás perdido.
Un buen sitio para la toma de contacto con esta ciudad es la plaza de Outta Hammam, con sus múltiples terrazas en las que comer o tomar algo, eso sí, todos los camareros querrán que te sientes en su terraza.
3º ETAPA:
Tras un par de días en esta ciudad y haber descansado y disfrutado de sus calles y habitantes, nos dirigimos por carretera hacia Marraquech. Para este viaje es interesante utilizar la autovías que, aún siendo de pago, ahorran tiempo y no son caras para un bolsillo europeo.
Pasado Marraquech salimos ya buscando las montañas del Atlas, para lo cual nos dirigimos al pueblo Imilil, en el cual se encuentra la puerta de entrada al Parque Nacional del Toubkal.
Una vez en Imilil será fácil encontrar alojamiento, si bien aquí ya no es tan frecuente el idioma español cualquier lugareño chapurreará lo suficiente, o conocerá a alguno que lo haga. En nuestro caso nos alojamos en el Cafe de Soleil, en el que uno de esos lugareños especializados en los turistas españoles nos ubicó. Esa noche fue suficiente para cerrar el trato del hostal, así como de las mulas que llevarían nuestras cosas hasta donde empezaba la nieve y ahorrarnos así una pesada carga.
4ª ETAPA:
Por la mañana temprano salimos a preparar todo lo necesario para pasar los siguientes días en la montaña. Cuando ya estábamos preparados aparecieron los muleros y, aunque ya habían sido pactadas algunas cosas la noche anterior, nos vimos de nuevo inmersos en un nuevo regateo; terminamos consiguiendo el transporte de dos mochilas y unos esquíes por cada mula, a 90 dirjams (9 euros). Comenzamos el camino atravesando esta bonita localidad montañera, siempre ascendiendo, siguiendo a buen ritmo a mulas y muleros, hasta llegar a la piedra blanca, lugar en el que los lugareños han pintado una gran piedra de blanco y han aprovechado para instalar múltiples tenderetes en los que vender los más insospechados recuerdos y servir té, ese maravilloso y sabroso té con menta que te acompaña durante todo el viaje.
Una vez aquí tomamos el té de rigor, con su regateo de rigor, y continuamos para llegar al lugar donde comenzaba la nieve, punto en el que terminaba el trabajo de las mulas. Nos cargamos los pesados macutos y comenzamos a ascender con la compañía de multitud de niños que se ofrecían como porteadores, abaratando el precio según ascendíamos, lo cual hacia más pesada la marcha, que ya era de por si bastante ardua puesto que la altitud comenzaba a dejarse notar.
Ya en el refugio, descansamos tan sólo unos minutos para buscar después un buen emplazamiento para la tienda. Más tarde mientras yo cocinaba y los demás preparaban la tienda, comenzaron a llegar gallegos, sí sí gallegos. La Federación Gallega de Montaña fletó dos autobuses y aquello parecía Santiago en vez del Atlas marroquí. Ya instalados, nos preparamos para pasar los próximos días practicando montaña, tanto es así que acometimos al Toubkal, y otros cuatromíles mientras el tiempo lo permitió.
5ª ETAPA:
Una vez conseguido el Toubkal y tras tres días de montaña, comenzamos el tranquilo regreso. De Inmilil regresamos a Marraquech, para pasar todo un día recorriendo sus calles, disfrutando de la Gran Place, de la medina, de las tiendas y puestecillos, e incluso de los curtidores de cuero. Sin duda alguna hay que destacar el ambiente sorprendente de la Gran Place, en donde hombres con monos amaestrados, conviven con encantadores de serpientes, bailarinas del vientre o aguadores típicos. Y no se puede olvidar de degustar uno de esos maravillosos zumos de naranja, que fríos y dulcísimos hacen del paseo por esta plaza una delicia.
6ª ETAPA:
Ésta es la última de las etapas de este viaje. Ya hacia el norte, buscando Ceuta por la autovías de pago, hicimos noche para visitar las cascadas de Ouzu, pero el mal tiempo nos negó esta posibilidad, por lo cual sólo nos quedó cruzar la frontera, esta vez algo más organizada y con el habitual registro de la Guardia Civil.
Sobre todo mi más sincera recomendación:
¡BÁJATE A MARRUECOS!