
Arrancan las Clavijas de Cotatuero unos supuestos activistas que reivindica cambios en la gestión del parque entre otras muchas cosas
Un acto unilateral y sin permiso oficial
Las emblemáticas clavijas de Cotatuero, situadas en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca), han sido retiradas sin autorización por un grupo de individuos que ha publicado su acción en redes sociales.
A través de Facebook, uno de los sujetos compartió imágenes y un video con un extenso comunicado donde justificaba la retirada apelando a razones medioambientales, éticas e incluso históricas.

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El individuo, cuya identidad no ha sido confirmada por las autoridades, asegura que los anclajes metálicos “no respetan la esencia salvaje y libre de la montaña” y que su existencia “fomenta la masificación y banaliza de la experiencia alpina, constituyendo un error histórico, perpetrado por un cazador inglés ”.
En su publicación también critica abiertamente la gestión actual del parque.
Reivindicación ideológica y petición polémica
Más allá de la retirada, estos sujetos ha aprovechado su manifiesto para lanzar una reivindicación peculiar: la reintroducción del bucardo.
Según su argumento, “la verdadera restauración del entorno pasa por devolverle sus habitantes originales, no por llenar de hierros las paredes”.
Este tipo de declaraciones, de tono marcadamente fundamentalista, han causado revuelo entre los círculos montañeros y conservacionistas, tanto por su falta de base técnica como por el riesgo que representa intervenir sin control sobre elementos de uso público en zonas protegidas.

Historia de un paso mítico del montañismo pirenaico
Las clavijas de Cotatuero son una instalación histórica formada por una serie de anclajes metálicos fijados a la roca en una empinada canal que permite superar un desnivel importante hacia la Faja de las Flores y otras rutas del macizo de Monte Perdido.
Las clavijas de Cotatuero constituyen uno de los pasos equipados más antiguos y emblemáticos del Pirineo español. Fueron instaladas en 1881 por los herreros Bartolomé Lafuente y Miguel Bringola, originarios de Torla, a petición de un cazador inglés llamado Sir Buxton.
Este noble británico buscaba facilitar el acceso a los prados de Cotatuero para sus actividades cinegéticas, especialmente la caza del bucardo, una especie de cabra montés que habitaba la zona y que se extinguió en el año 2000 .

Una decisión unilateral, fanática y peligrosa
La retirada de las clavijas de Cotatuero por parte de estos sujetos anónimos ha sido calificada por expertos y montañeros como un acto irresponsable, cargado de fanatismo y completamente fuera del marco legal. La acción no fue coordinada ni autorizada por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el cual es responsable de la gestión, protección y regulación de cualquier intervención en este entorno natural protegido.
Actuar sin permiso en un enclave Patrimonio de la Humanidad como Ordesa implica no solo una infracción administrativa grave, sino también una falta de respeto a la historia, al patrimonio cultural del alpinismo pirenaico y a la seguridad de los usuarios. Las clavijas no eran solo una infraestructura montañera; eran un símbolo histórico del desarrollo del pirineísmo y un elemento integrado durante más de 140 años en el paisaje cultural y deportivo del parque.
El autor de los hechos, que se presenta en redes sociales como defensor de una “vuelta a la naturaleza primigenia”, ha justificado su acción apelando a argumentos históricos y ecológicos, como la necesidad de “reintroducir especies extintas” como el bucardo y “liberar la montaña de elementos artificiales”. Sin embargo, esta visión extremista y anacrónica no tiene cabida en la gestión racional de un parque nacional moderno, donde el equilibrio entre conservación, accesibilidad y seguridad es clave.
