
Te contamos cinco rutas de montaña cerca de Alcoy para disfrutar el interior de Alicante
Una ciudad que se esconde entre barrancos, abrazada por montañas con nombre propio, y que parece hecha para caminarla, para explorarla, para dejarse llevar por senderos que huelen a romero, carrasca y naturaleza abierta.
Aquí no se viene solo a hacer deporte: aquí uno se reconcilia con el mundo a base de pasos y silencio.
Alcoy y la naturaleza abierta
Esta pequeña y amable ciudad esta cerca de mil aventuras.
En media hora tienes ferratas, crestas, bosques, rutas fáciles para ir con niños y otras que te dejan sin aliento (literalmente). Hoy vamos a compartir cinco rutas que han marcado a muchos montañeros, ya sea por su belleza, por su enorme soledad, o por las vistas que aún no sabemos si fueron reales o sueño.

Ciclismo de Montaña:
Vía Verde de Alcoy: caminando sobre los sueños de un tren
La Vía Verde de Alcoy es de esas rutas que puedes hacer mil veces y nunca cansa. Es un antiguo trazado ferroviario que nunca llegó a ver pasar un tren, pero que ahora conecta la ciudad con el Racó de Sant Bonaventura entre túneles, viaductos y vegetación que en primavera parece sacada de un cuento.
Caminas sobre puentes de piedra, con el sonido del río abajo y los pinares envolviéndote. Ideal para una mañana tranquila o para reconectar sin complicaciones. Además, puedes enlazarla con otros senderos o parar a leer un rato junto a una fuente. Mágica.

Senderismo sencillo
Racó de Sant Bonaventura: el lugar donde el tiempo se detiene
No exagero si digo que este rincón tiene algo especial. Agua cristalina, pozas, una pequeña cascada, sombra todo el año… El Racó es el sitio donde llevo a los amigos cuando vienen por primera vez. El acceso es muy fácil, especialmente desde la Vía Verde, y es uno de esos lugares donde el cuerpo se relaja sin que se lo pidas.
No necesitas más que una mochila con algo de fruta, una toalla por si te animas a mojar los pies, y dejar el reloj en casa. Es perfecto para desconectar o para sentarte a escuchar lo que dice el agua. Porque lo dice.

Senderismo de Montaña
Subida al Menejador desde la Font Roja: el bosque que cura
La Font Roja es otra historia. Aquí el aire huele distinto, más limpio, más denso. El sendero que sube hasta el Menejador (1.356 metros) atraviesa uno de los bosques mediterráneos mejor conservados de toda la Comunidad Valenciana. Hay encinas, tejos, arces… y sobre todo hay silencio.
La ruta es exigente si no estás acostumbrado, pero se hace con calma. En la cima, las vistas del valle de Alcoy y, si el día está claro, del mar en el horizonte, te dejan mudo. Ven en otoño si puedes: los colores del bosque te hacen llorar un poco por dentro (y no sabes bien por qué).
Ascensión exigente
Moncabrer desde Cocentaina: para los que buscan cumbre
Si te va el reto, esta es tu ruta. Desde Cocentaina, subir al Moncabrer —el techo de la Sierra de Mariola con sus 1.390 metros— es una experiencia completa. Caminas entre neveros antiguos, fuentes escondidas, y lomas que huelen a tomillo y espliego.
El tramo final es durillo, pero te sientes poderoso cuando llegas arriba. Mariola es áspera, luminosa, a veces dura… pero siempre generosa con quien la camina con respeto. Y las vistas… las vistas son de esas que te hacen sacar el bocata en silencio.

Ferratas de Alicante
Ferrata de la Rabosa (Ibi): la adrenalina a flor de piel
Si lo tuyo va más por las alturas verticales, te recomiendo la Ferrata de la Rabosa, en Ibi, a media hora escasa de Alcoy. No es muy difícil (nivel K2), pero tiene lo justo para que te tiemblen un poco las piernas en el puente tibetano y luego te rías solo cuando mires atrás y veas lo que acabas de hacer.
Es perfecta para iniciarte o para combinarla con algún barranco cercano. Eso sí, asegúrate de llevar el equipo adecuado o ir con guía. La montaña exige respeto, y más aún cuando subes por sus costillas.

Alcoy como epicentro del viaje
Alcoy te acoge como solo una ciudad de montaña sabe hacerlo. Hay alojamientos con encanto, casas rurales entre olivos, hostales que huelen a leña y hasta hoteles modernos en pleno centro donde te cuidan como si fueras de casa. Y lo mejor: puedes cenar una olleta alcoyana, tomarte un vino local y dormir con la montaña aún latiendo dentro de ti.
Alcoy no es solo un punto en el mapa. Es una puerta abierta a un mundo natural brutalmente bello, diverso y todavía auténtico. Sus rutas no son solo caminos: son excusas para reconectar con lo que de verdad importa. Y cuando vuelves —porque vas a volver—, ya no eres el mismo.
Nos vemos por las sendas. Y si nos cruzamos, sonríe. Aquí todos hablamos el idioma del monte.
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